Reflejo Especular o Especularización

Se entiende por especularización como concepto psicológico donde la imagen que una persona tiene de sí misma se ha desarrollado a partir del modo en que otras personas significativas la miran, atienden, respetan y valoran. Es el proceso mediante el cual los menores forman su autoconcepto. Mediado por el modo en que sus cuidadores y personas significativas le han cuidado.

Cuando los procesos de especularización no se han realizado correctamente con los progenitores, el niño no es capaz de identificar sus emociones ni es capaz de regular sus estados de ansiedad y no identifica correctamente las emociones y sentimientos de los demás lo que le ocasiona problemas relacionales. 

La especularización es un proceso clave para el desarrollo de la mentalización o Teoría de la Mente.

Las palabras “especular” o “especularización” proceden ambas del latín ”specularis” y es relativo a espejo. Aquello que se ve reflejado en un espejo es nuestra propia imagen. Esta imagen es un constructo perteneciente a nuestra identidad.

Cuando nacemos no tenemos consciencia de los límites físicos de nuestro cuerpo. A los seis – siete meses los bebés comienzan a desarrollar un mínimo sentido de sí mismos independiente del cuerpo de sus padres o cuidadores. El recién nacido ve el mundo según se lo construyen o representan sus figuras primarias. En esa construcción va creando su identidad.

 

Es un proceso que se inicia en la infancia a través del cual el niño elabora su autoconcepto y autoestima a partir de la conducta y reacciones que tiene hacia él sus cuidadores primarios. Así va formándose y desarrollando su autoconcepto, teniendo presente las percepciones que los demás le transmiten. Su necesidad de apego y el hecho de ser tremendamente vulnerable lo llevan a confiar en lo que dicen, transmiten o insinúan sus padres; poseen la necesidad de permanecer unidos a ellos en esas etapas tan infantiles. De ahí que podamos afirmar que nos vemos a nosotros mismos como nos han mirado de pequeños. Nos construimos a nosotros y al mundo a partir de ese tipo de miradas que hubo o dejó de haber. Cuando un niño es mirado de modo incondicional, contribuimos a que su identidad se halle mucho más integrada.

La especularización es un componente clave para que se lleve a cabo la mentalización, que es la capacidad de entender los estados mentales del otro (pensamientos, emociones, sentimientos, intenciones).  La mentalización es innata y relacional; se genera en las relaciones que se producen con las personas que asumen las funciones parentales. Para Anthony Bateman, cuando poseemos la Teoría de la Mente el ser humano es capaz de verse así mismo desde fuera y al otro desde dentro.

Cuando el niño experimenta un estado mental, una emoción, un sentimiento, un deseo, un malestar corporal, un placer concreto…es el adulto el que lo identifica, lo reestructura, lo elabora y se lo devuelve para que el menor tome conciencia de sus estados. Es el modo en que dichos estados fueron entendidos y atendidos. Y si se hizo de modo correcto será capaz de ir integrando cuerpo y mente; adquirirá la capacidad de reconocerse, autorregularse y tomar conciencia de su experiencia.

 

EFECTOS DE LA ESPECULARIZACIÓN EN EL ADULTO.

¿Por qué algunos comportamientos de los demás te molestan más de lo debería? En la interacción diaria con los demás nos encontramos con comportamientos que, por alguna razón, nos resultan difíciles de aceptar; es una ventana a nuestra psique. Son aspectos de nuestra personalidad que no hemos aceptado o reconocido cuando los identificamos en los demás. Las características que solemos encontrar irritantes en los demás suelen ser un reflejo de nuestras inseguridades o conflictos no resueltos; es una proyección de nuestras cualidades no reconocidas las que nos llevan a ese juicio crítico con ellos. Cuando no nos sentimos seguros de nuestros valores o habilidades podemos proyectar estos sentimientos de inferioridad como resentimiento o crítica. Así protegemos nuestra imagen. Ejemplo: Si alguien considera que no posee buenas cualidades expresivas puede encontrar molesto o inaceptable el estilo de comunicación de otra persona.

El ser humano tiene tendencia a buscar lo familiar y predecible; esta resistencia al cambio ocasiona rechazo hacia lo novedoso o la incertidumbre. Este miedo o desconfianza puede ser una respuesta evolutiva para protegernos de situaciones potencialmente peligrosas. Es habitual que nuestras reacciones con los demás estén teñidas de nuestras experiencias pasadas y las transferimos a personas o situaciones que nos recuerdan esos conflictos. 

Todo ello requiere introspección para identificar los estados mentales subyacentes y reconocer nuestras propias dinámicas que fuimos creando a partir de cómo hemos sido mirados y contenidos por las personas que se ocuparon de nosotros.   

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